lunes, 29 de diciembre de 2014

Estela Plateada 1 - Nuevo amanecer

Leído en diciembre de 2014. En los primeros meses de 2014 Marvel lanzó varias nuevas colecciones en el marco del concepto All-New Marvel Now, sucesor del anteriormente bautizado como Marvel Now. Más allá del atractivo o no de sus nombres en clave, estas operaciones no fueron más que sucesivas oleadas de lanzamientos con los que la editorial quiso armonizar las estrategias de explotación global de ciertos títulos y volver a situar en el mercado determinadas propiedades un tanto olvidadas pero de notable poder icónico y potencial valor económico. Es el caso del personaje Silver Surfer, que se intentaba volver a poner en órbita —con perdón por el chiste fácil—mediante esta colección cuya responsabilidad caía en manos de Dan Slott y Michael Allred.
Se ha escrito en varios lugares que esta serie debe mucho a la pasión que Slott siente por Doctor Who. Y, en efecto, la deuda es evidente, tanto que a veces resulta demasiado evidente. No es mala idea reescribir Estela Plateada para hacer con él un Doctor, dado que la serie británica cuenta con un fandom global entre cuyos integrantes hay público joven y en el fondo el personaje de Marvel siempre se ajustó a la idea del viajero eternamente solo enfrentado a los grandes enigmas del Universo. Lo que no era imprescindible, desde luego, es el dotar a Estela Plateada de una compañera, Dawn Greenwood, a la que se califica ni más ni menos que de "persona más importante del universo", cargo que los seguidores de Doctor Who recordarán que ya ostentó la companion Donna Noble. Sin embargo, que no sea imprescindible tampoco implica que sea del todo una mala idea, dado que los mejores momentos de este Estela Plateada de Slott y Allred vienen provocados por las interacciones de ambos personajes —de hecho, podría decirse que el momento más bello del libro tiene que ver con el modo en que se origina el vínculo entre Norrin Radd y Dawn Greenwood—. Otros instantes memorables de este primer tomo recopilatorio son: todo el primer episodio, que trata el absurdo inherente en el personaje de Silver Surfer y su poder prácticamente ilimitado, y la aparición en el segundo episodio de la Reina de Nunca, un ser capaz de invocar todos los futuros posibles y de provocar en los demás todo el gozo y todo el dolor que esos futuros pueden proporcionar. Hay en este Estela Plateada buenos conceptos de ciencia ficción que pueden gustar a un público amplio, aunque algunos podamos pensar que el tono de comedia chispeante con el que están tratados quizá no se ajuste del todo a lo que uno espera de Silver Surfer.

lunes, 22 de diciembre de 2014

El resurgir (The Wake)

Leído en diciembre de 2014. Lo primero que uno piensa mientras lee las primeras páginas de El resurgir es lo bien que encajaría con sus imágenes la música de James Horner o Alan Silvestri. En concreto, claro, las partituras que esos músicos escribieron en los ochenta. Porque si atendemos a la construcción de las motivaciones de los personajes, a la estructura narrativa y al tempo de la acción, esos primeros capítulos de El resurgir remiten a los clásicos cinematográficos de ciencia ficción y aventuras que cualquier espectador con un mínimo de cultura de lo fantástico recordará como indisociables del mejor cine de la segunda mitad de los ochenta, como Aliens, el regreso (1986), Depredador (1987) o Abyss (1989). Pero no es eso lo único que hay, por descontado. Tras un buen puñado de páginas, la aventura escrita por Scott Snyder da un salto, regresa al tiempo que anuncia su prólogo, y, en un movimiento temporal y conceptual de notable elegancia y efectividad, se aleja del esquema de aventura tecnológica de terror y plantea uno de los mundos futuros más alucinantes que se han visto en cómic en los últimos tiempos. En anteriores notas de lectura de estos papeles del Club Zorglub ha quedado muy claro que admiramos lo que Snyder ha ido planteando en Batman. Su control del suspense, su capacidad para proporcionar credibilidad a las acciones y reacciones de los personajes y a las las tramas, su habilidad para dotar de un hálito siniestro a la historia cuando ésta lo requiere, hacen de Snyder un escritor muy disfrutable en territorios como el de Batman o el de esta aventura más grande que la vida, cuyo único punto débil, si hubiera que buscárselo, sería precisamente su desmesurada ambición. Diez números no parecen demasiados para plantear nada más y nada menos que una reescritura completa del origen de la humanidad, y en ciertos momentos la escritura de la obra se resiente de tal ambición al plantear algunas respuestas quizá demasiado explícitas y apresuradas. En cualquier caso, la impresión final es que El resurgir se disfruta enormemente en cuanto el lector entra en sintonía con su peculiar desarrollo dramático. Y ahí tiene máxima importancia la puesta en página, la fluidez narrativa y el brillantísimo dibujo de Sean Murphy, que transporta al connaisseur a la época gloriosa de la colección Vertigo (los años noventa) sin dejar de ser absolutamente personal, radicalmente contemporáneo y, sobre todo, espectacularmente bonito (Nota: aunque bonito no sea una palabra especialmente adecuada para hablar de dibujo, en este caso no encuentro otra más precisa).

jueves, 11 de diciembre de 2014

Locke & Key: Las llaves del reino

Leído en diciembre de 2014. Creo que tengo que recordar, de nuevo, que estos papeles no son un blog de crítica o reseña de novedades, sino un espacio personal de anotación de impresiones de lecturas. Además, estando tan reciente como está la lectura (y la nota) del tercer volumen, no tiene demasiado sentido escribir aquí un comentario extenso de este cuarto tomo de Locke & Key, recopilatorio de la serie Las llaves del reino, ni insistir en la brillantez formal de la propuesta de Hill y Rodríguez ni en la fuerza dramática y poética de la historia. Sí me parece interesante anotar, sin embargo, que en esta entrega los autores están muy lejos de mostrar síntomas de agarrotamiento del músculo creativo y no dejan de sorprender al lector. En conjunto, esta cuarta serie de Locke & Key profundiza en las relaciones entre los hermanos Locke y en la turbia red de engaños, amenazas y crímenes funestos de Lucas Caravaggio/Zack Wells. Se deslizan en la historia nuevas llaves mágicas, nuevos rincones en las complejas (y perfectamente construidas) personalidades de Tyler y Kinsey Locke y nuevas situaciones lúgubres y grotescas. Aunque, a excepción del desenlace inesperado —tan propio del thriller sobrenatural y a la vez tan revolucionario en el contexto de la serie—, el tono general es de continuidad y, por qué no decirlo, de continuismo, el libro cuenta con momentos de cómic brillantísimo, entre los que destacan: el primer episodio —"Gorrión", un homenaje a uno de los grandes genios del cómic de las última décadas y un prodigio de planificación y arquitectura de la narración—, el tercer capítulo —"Febrero", con esa narración episódica guiada por el calendario— y la larga y emocionante escena, auténtica explosión dramática, del final del libro.

martes, 9 de diciembre de 2014

Locke & Key: Corona de sombras

Leído en diciembre de 2014. Los dos primeros volúmenes de Locke & Key son tan sorprendentes, sus tramas tan brutalmente imaginativas, que parecería inevitable que en este tercero el lector se encontrara con algo más comedido, quizá más domesticado, más “razonable”. Pero eso, claro, no ocurre, porque si algo ha demostrado Locke & Key desde el comienzo es que construye un fantástico sin límites, en el que —como dice el tópico, aunque en este caso es literal— todo puede pasar, lo que en el caso de Corona de sombras no tarda en confirmarse a medida que avanza la lectura. En lo formal, Joe Hill y Gabriel Rodríguez continúan explotando su característico ritmo narrativo, consistente en alternar largas secuencias orientadas a lo dramático e introspectivo, muy basadas en el diálogo y en la reiteración del plano, con largos desarrollos explosivos de acción frenética y emocionante. En cuanto a la historia, el dúo de creadores sigue explorando las grandes tramas que ya conocíamos de los volúmenes anteriores: la vasta intriga en torno a esas llaves mágicas virtualmente todopoderosas, capaces de demoler los cimientos mismos de la realidad, y la historia en desarrollo espiral de la difícil reconstrucción de una familia golpeada por la tragedia, apenas capaz de sobrevivir día a día. Todos los episodios de esta Corona de sombras son ejemplos exquisitos de un cómic de altísimo nivel, pero quizá pueden destacarse tres capítulos que se acercan a lo sublime: “En la cueva”, porque Hill y Rodríguez son capaces de mostrar su gran pericia narrativa en un solo escenario y una sola situación dramática; “Juego de sombras”, porque ilustra la ambición de lo que los autores proponen con esta serie en el terreno de lo fantástico; y “La luz del día” porque demuestra que, además de destreza narrativa y maestría técnica, Locke & Key atesora, sobre todo, conceptos destinados a permanecer para siempre en la memoria de los amantes del fantástico.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Saga - Capítulo Dos

Leído en diciembre de 2014. Como escribí en la nota del primer volumen de Saga el pasado mes de junio, estoy leyendo la colección con retraso —de hecho, cuando acabo el segundo tomo ya está en las librerías el cuarto—, pero, como suele decir el tópico, nunca es tarde. Lo que importa es que lo estoy leyendo. Y, aunque siempre he sostenido que este no es estrictamente un espacio de recomendaciones, sino simplemente un cuaderno de notas de lectura, recomiendo encarecidamente al hipotético lector de Los Papeles del Club Zorglub que haga como yo y, por tarde que parezca, ponga remedio a la carencia.
En este segundo tomo, Saga continúa siendo una serie sexy, divertida, rabiosamente fantástica, humorística, emocionante, perversa e imprevisible. Además, sigue siendo la firme constatación de que Brian K. Vaughan es un guionista extraordinario —quizá merezca un lugar de honor entre los tres o cuatros mejores escritores en el panorama del cómic fantástico actual—. Y eso se ve en las grandes estrategias narrativas, como en los magníficos engarces entre escenas, secuencias y episodios, en el modo en que integra fantasía delirante y comedia costumbrista, acción frenética y drama familiar intimista, o en la forma en que construye la voz de la narradora. Y también se ve en los detalles aparentemente mínimos, como la manera en que es capaz de introducir el amor romántico en la historia sin llegar a la cursilería, o la agridulce ironía que impregna todo el relato —y muy especialmente el momento final en casa del dickiano novelista—.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Desde el Más Allá y otras historias

Leído en diciembre de 2014. El tópico que dice que Lovecraft es un autor de difícil adaptación a otros medios ha sido desmentido de manera contundente y en varias ocasiones por un grupo selecto de cineastas y por autores de historieta como Alberto Breccia —con la extraordinaria Los mitos de Cthulhu (1973), una de las obras maestras indiscutibles del cómic mundial—, Richard Corben —pronto tocará releer y anotar aquí su La guarida del horror (2008)— o Bernie Wrightson —quien hizo Historia con una sola, magistral adaptación: “Aire frío” (1979)—. El holandés Erik Kriek pasa a ocupar un lugar destacado entre tan selecto grupo de creadores con esta compilación de historias que ofrece al lector diferentes ángulos y estrategias de adaptación. Con un dibujo en el que no faltan ciertas reminiscencias al maestro Corben y que ocupa un improbable lugar —cosas de las geometrías extrañas— equidistante entre los tebeos de la EC de autores como Wally Wood y Harvey Kurtzman —en sus registros más realistas—, los trabajos en blanco y negro de Charles Burns y la línea clara europea , Krieg nos entrega tres tipos de adaptaciones. El bloque formado por “El intruso” y “Dagon” es el de las “historias ilustradas”. Dado que, en ambos casos, los cuentos de Lovecraft se desarrollan en la forma de monólogos interiores de un narrador delirante, Kriek decide con buen criterio que el peso de la narración recaiga sobre el texto escrito. Pero no por ello el uso del dibujo es menos brillante. “El intruso”, por ejemplo, plantea un ejercicio de adaptación muy interesante: durante casi todo el relato, los dibujos adoptan la forma de mero subrayado de lo que enuncia el texto escrito. Las viñetas se despliegan como partes accesorias de una narración en la que el dibujo funciona como simple ilustración. Sin embargo, en la última viñeta, la estrategia cambia: el narrador que escribe enmudece e irrumpe con fuerza el narrador que dibuja, mostrándonos en su literalidad un horror efectivamente inenarrable. En “El color que cayó del espacio” y “Desde el más allá” Kriek se aproxima a la adaptación más clásica, dado que eso es lo que piden los cuentos originales, y brilla con fuerza como dibujante en el retrato de los personajes y, especialmente, en el trazado de esas abominaciones interdimensionales, que acaban siendo una de las aportaciones más distintivas del autor en esta obra. El tercer bloque está constituido por una sola historia, la más larga del conjunto. Se trata de la adaptación de la fundamental “La sombra sobre Innsmouth”, que, con sus diversos niveles narrativos, sus secuencias de acción en diversos escenarios y sus plasmaciones gráficas de espantos insondables, ha entrado ya en el inventario de las grandes adaptaciones al cómic de la obra del genial autor de Providence.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Batman 6: La noche de los Búhos - Final

Leído en noviembre de 2014. En el sexto tomo de Batman —en el undécimo número de la serie original— concluye la saga “La noche de los Búhos” con un cierre más que satisfactorio de las asombrosas revelaciones del número anterior. El episodio de cierre es poco más que una larga pelea entre Batman y su inesperado enemigo, seguido de un largo epílogo muy dialogado en el que se abren nuevas incógnitas de futuro. Dado que en estas notas de lectura no estoy moderando los elogios, no me cuesta reconocer mi entusiasmo por esta etapa de Snyder y Capullo, de cuya brillantez la saga “La noche de los Búhos” es una muestra más que notable. El volumen también ofrece el Batman 12, un episodio de relleno de lectura francamente agradable en el que Batman no es más que una presencia marginal y que sirve para “construir” Gotham City para los lectores más jóvenes, y los números 13 de Batman y de Detective Comics que acaban ambos en cliffhangers que prometen mucho y muy bueno para el siguiente volumen. Prometen tanto, de hecho, que no sería raro que el lector de estos tomos recopilatorios tuviera la tentación de pasarse a la serie regular de tebeos de grapa. De momento, evitaremos esa tentación emprendiendo otras lecturas batmanianas como el Batman Eterno.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Batman 5: La noche de los Búhos - Parte 2

Leído en noviembre de 2014. Un poco escamado por la lectura del anterior volumen, continúo la lectura de la saga “La noche de los Búhos”, con un quinto tomo en el que esperaba encontrarme con sensaciones diversas (y dispersas) pero que, una vez leído, me parece mucho más coherente y disfrutable que el cuarto. El volumen incluye otro tie-in de la saga —el número 9 de Red Hood and the Outlaws, de escaso interés— y, entre los números 9 y 10 de la serie original Batman, recoge dos episodios muy apreciables. El primero de ellos es el Batman: The Dark Knight 9, con una historia que amplía lo que se narra en Batman 9 en un registro muy coherente con el terror psicológico de la serie principal, y que cuenta con un dibujo espectacular de David Finch. El segundo es el Batman Annual 1, que despliega una historia larga y compleja de Scott Snyder y James Tynion IV que ahonda en la personalidad y las motivaciones de uno de los enemigos clásicos de Batman. El volumen se cierra con el número 10 de Batman, un episodio excelentemente escrito por Snyder y dibujado con el nivel habitual de Greg Capullo, que, sin duda, es uno de los episodios memorables de esta nueva etapa de las aventuras del personaje.

jueves, 20 de noviembre de 2014

¡Universo! 1

Leído en noviembre de 2014. Panel Syndicate es una plataforma de distribución de cómic digital creada por los autores Brian K. Vaughan y Marcos Martín para la comercialización del comic book digital The Private Eye, obra de los citados autores y de Muntsa Vicente. Después de albergar ocho números de The Private Eye, Panel Syndicate se ha convertido en el hogar de una nueva serie de comic books: ¡Universo!, obra de Albert Monteys, conocido y admirado autor de cómic de humor que, en esta ocasión se adentra en el territorio de la ciencia ficción. La relación de Monteys con la ciencia ficción no es una gran novedad: tanto la monografía Calavera Lunar, uno de los títulos legendarios del autor, como Carlitos Fax, la serie futurista sobre un robot creada por Monteys para la revista infantil Mister K., pertenecen por derecho propio al género, al menos a esa variante del género más satírica, paródica y aventurera que especulativa y sesuda. Lo que sí es una novedad, o al menos es algo que podría sorprender a los lectores habituales del autor, es que ¡Universo! es ciencia ficción pura y dura. Algo de humor tiene, obviamente, como no puede ser de otro modo tratándose de una obra de Monteys. Pero es un humor de tono suave, un humor que matiza y humaniza la historia de especulación cientifico-técnica dura. Mejor no dar muchas pistas del argumento de este primer ¡Universo!, baste decir que en su historia, que abarca un desarrollo temporal de varios millones de años, se mezclan aromas de sátira sobre el capitalismo ultra-avanzado con aires de epopeya portátil sobre viajes en el tiempo; o que se hacen colisionar el vértigo íntimo de un crononauta en una misión a escala universal con el absurdo de la burocracia corporativa. Los que conocemos al autor sabemos que es absurdo buscar referentes explícitos y citas concretas en una obra como esta. Leyendo ¡Universo! queda muy claro que Monteys conoce a los grandes autores de ciencia ficción, sobre todo a los grandes cuentistas del género; queda claro, decíamos, que en este ¡Universo! están Dick, Lem o Bradbury. También están, obviamente, Jack Kirby y Steve Ditko. Y, puestos a jugárnosla —aunque creo que aquí apuesto sobre seguro—, diría que también están las historias del Doctor Who de Russell T Davies… Y todo ello plasmado en un dibujo brillante, un color portentoso y, lo que ya está garantizado siempre en la obra de Monteys, un deslumbrante uso de los recursos narrativos propios del cómic. Necesitamos más viajes por este ¡Universo! ya.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Batman 4: La noche de los búhos



Leído en noviembre de 2014.  El cuarto tomo de la reedición trismestral de Batman es un compendio de seis tie-ins que narran diferentes momentos de la saga La noche de los búhos. De hecho, narran lo que ocurre en las colecciones de “la familia Batman” durante esa noche, que no es más que un enfrentamiento entre cada uno de los personajes principales de la cabecera y uno de los asesinos (conocidos como “garras”) enviados por el tribunal de los búhos para sembrar la muerte en Gotham. A mi juicio, un compendio de tie-ins no suele resultar una lectura especialmente grata. Se entra en cada episodio in media res, sin conocer al personaje, sin haberle cogido el cariño que los lectores de cómics de superhéroes sabemos que se les puede llegar a coger a los personajes, y se sale del capítulo sin haber llegado siquiera a atisbar la profundidad del microuniverso que cada serie construye. Esa visita momentánea a un episodio aislado de cada colección me parece, en definitiva, una forma contra natura de leer seriales.
En este caso el tomo recopila los números 9 de cada una de las series presentes. El resultado es diverso: hay tie-ins que permiten intuir una colección interesante detrás —es el caso de Nightwing o Batman and Robin—, otros despiertan un interés más bien nulo—como Birds of Prey o Batwing—, y algunos quedan a medio camino —como Batgirl—. Soy consciente de que estas opiniones sobre las citadas series son impresiones apresuradas a partir de la lectura de un solo número. Y sí, sé que puede ser injusto juzgar una serie por un solo número, como igualmente injusta puede llegar a ser la editorial con el lector al entregarle como parte de una colección fragmentos de otra cuya inclusión no parece del todo necesaria. Porque francamente, cinco números con cinco peleas de cinco personajes con otras tantas “garras” no parece un complemento imprescindible para la colección principal. He dicho cinco intencionadamente, dado que prefiero no contar la entrega de Detective Comics que incluye el volumen —porque mención aparte merece que se incluya el número 9 de Detective Comics cuando el último numero de esa colección incluido en los tomos de Batman de ECC era el 4, es decir que son cuatro los números de Detective Comics que desaparecen en la edición española de Batman por (discutible) criterio editorial— . En fin, nada que los lectores de las ediciones españolas de cómics americanos no hayamos vivido ya.


miércoles, 5 de noviembre de 2014

Fatale 2: Los trabajos del Diablo

Leído en octubre de 2014. En la nota de lectura del primer libro de Fatale, afirmaba que compraría y leería el segundo libro en cuanto saliera. Por simple que fuera hacerlo, no he cumplido ese propósito, y no ha sido por falta de ganas, sino porque los planes nunca salen bien. Y para muestra de que los planes nunca salen bien,  sirva la historia de este segundo libro de Fatale, que recopila los números 6 a 10 de la serie original. Una historia que es, como no puede ser menos, pura fatalidad. El desarrollo del arco argumental sigue una estructura idéntica a la que daba forma al primero, en una construcción de líneas temporales paralelas en los que los hechos del pasado afectan a los del presente en una implacable lógica del horror. Las tonalidades del relato en este segundo libro también muy parecidas a las del primero. Hay thriller contemporáneo de acción y violencia —en la continuación del viaje de Nicolas Lash en busca de la solución al misterio que lo atormenta, la identidad de la misteriosa Josephine—, y noir clásico con esas grandes dosis de romanticismo delirante que pide una trama que gira en torno a una femme fatale eterna. La acción de esta segunda línea se traslada al Hollywood de los 70, en una combinación de espacio y tiempo que resulta muy estimulante: la tremendamente efectiva mezcla de la crónica negra de Hollywood —que parece estar siempre de actualidad, como demuestra el hecho de que nada más y nada menos que David Cronenberg se mete de lleno en el tema en su última película Maps to the Stars (2014)— con del mundo de las sectas ocultistas sirve para constatar una vez más el talento mayúsculo de Brubaker en los distintos mundos de la narrativa de género negro. Por su parte, Sean Phillips continúa desarrollando un trabajo de puesta en imágenes certero, sin grandes alardes, que, precisamente por eso, por estar siempre entre los márgenes del tono justo que pide la historia, resulta muy destacable. Un excelente cómic que merece todos los reconocimientos que ha ido cosechando a lo largo de su historia editorial. 

miércoles, 29 de octubre de 2014

Locke & Key: Juegos mentales

Leído en octubre de 2014. Crees que estás leyendo una historia que te va a volver muy loco por su imaginación radical e inabarcable, cuando en la página 49 del tomo ocurre algo literalmente impensable, un tsunami de "incoherencia coherente" que hace que la historia explote en direcciones insospechadas y que provoca la certeza de que Joe Hill es un verdadero genio como hay pocos. Juegos mentales está tan marcado por esa genialidad extrema que poco más puedes plantearte tras leerlo. Toda la lectura del volumen está condicionada por esa idea. Por supuesto, sigue habiendo en los seis capítulos del cómic momentos brillantes de puesta en página y de ritmo—con esa narración construida a partir de viñetas entre las que se producen elipsis mínimas—. Sigue habiendo, también, un perfecto equilibrio en la historia entre los elementos fantásticos y el drama humano. Todo eso, sí, sigue ahí, pero todo palidece frente al triple salto mortal conceptual de Joe Hill y Gabriel Rodriguez.
Y me refiero, claro, al triple salto mortal conceptual que se concreta, precisamente, en la triple dimensión de los “juegos mentales” del título. Hay, el primer lugar, juegos mentales figurados entre los personajes. Hay, en segundo lugar, juegos mentales literales entre los personajes. Y está, en tercer lugar,  el juego mental que destaca sin duda en esta segunda entrega de Locke & Key, y que no es otro que el juego que hace Joe Hill con nuestra mente de pobres, desamparados lectores.  

martes, 28 de octubre de 2014

Batman 3: Asalto a la Mansión Wayne

Leído en octubre de 2014. En el tercer tomo recopilatorio de Batman se recogen los números 6, 7 y 8 de la cabecera Batman original. El criterio editorial de ECC hace que la serie de tomos recopilatorios continúe con la brillante etapa de Scott Snyder y Greg Capullo ofreciéndonos tres nuevas entregas de la serie —lo cual es sin duda motivo de satisfacción para el lector— pero también hace que se interrumpa la publicación de otra serie que resultaba igualmente interesante. Digamos que no soy fan de que la arbitrariedad de los editores me deje sin algo, en este caso Detective Comics, que pensé que iba a seguir leyendo. Con esta decisión editorial, ECC cierra una línea argumental en el tercer volumen antes de ofrecer en el cuarto varios episodios del crossover "La noche de los búhos", evento que se disemina en varias colecciones de la familia editorial de Batman. En fin, ellos sabrán cuales son sus criterios editoriales.
En cualquier caso, los números de Batman que se incluyen en este volumen son excelentes. La historia del enfrentamiento de Batman con un enemigo hasta el momento desconocido —un villano de nuevo cuño que, pese a su novedad, se ha convertido ya en uno de los grandes de la historia del universo del personaje— abunda en las necesarias situaciones trepidantes y se concreta en toda clase de estupendos recursos narrativos que hace de la lectura un verdadero placer. Más terror psicológico, más situaciones límite para Batman, más de todo… Y mejor.  

domingo, 26 de octubre de 2014

Locke & Key: Bienvenidos a Lovecraft

Leído en octubre de 2014. Una lectura pendiente que no podía demorarse más es este Locke & Key de Joe Hill y Gabriel Rodríguez que tantos premios y éxitos de crítica ha cosechado en los últimos años. Ha llegado el momento de comprobar si, según mi forma de entender el cómic, esta obra merece el elogio unánime que ha recibido. La respuesta, leído solo el primer volumen, es sí, claro que los merece. Las virtudes de Locke & Key son varias. En primer lugar, se trata de una excelente historia de terror sobrenatural, aunque hay quien se inclinaría por calificarla de fantasía oscura, con gran componente de terror psicológico y drama americano. En este sentido, Locke & Key se inscribiría en la tradición de la obra de grandes escritores de terror estadounidenses contemporáneos, como los ya clásicos Stephen King o Peter Straub —con los que Joe Hill, hijo de King, mantiene relaciones más allá del puro parentesco o la mayor o menor amistad—  y no se acercaría tanto a los enfoques más punk del género que le serían propios por la pertenencia de Hill a una determinada generación. Como segunda gran virtud cabe señalar que ese drama basado en el detalle psicológico y humano propio del true crime se impregna de forma magistral de aventura iniciática y de fantasía macabra y se despliega en una estructura narrativa muy ambiciosa y novelesca. Tanto el desarrollo del relato en escenas largas, pausadas y tensas, como los cambios en los puntos de vista y en la voz narrativa que se producen en los capítulos 2, 3 y 4 trazan un complejo dispositivo narrativo que parece muy estudiado por Hill en el ámbito de la novela. Sin embargo,  Locke and Key no deja en ningún momento de ser cómic puro, como demuestran incontables escenas que resultan un prodigio de puesta en página, de descomposición en viñetas y de planificación dentro del cuadro. Ahí es donde entra en escena, nunca mejor dicho, Gabriel Rodriguez, con un trabajo funcional y tremendamente expresivo que se revela absolutamente coherente con el tono de la historia. Y ya nos adentraremos en lo alucinante que es la historia en futuras notas de lectura de los próximos tomos de Locke & Key.

jueves, 23 de octubre de 2014

Batman 2: Frente al tribunal

Leído en octubre de 2014. Sigo con la lectura de la recopilación en tomos trimestrales de la serie regular de Batman de ECC, y sigue pareciéndome una lectura grata y en muchos momentos apasionante. Por ahora disfruto mucho del tono de terror psicológico y de los enigmas de las dos colecciones que se reúnen —como en la anterior entrega, se ofrecen en este tomo dos números de Detective Comics de Tony S. Daniel y dos del Batman de Scott Snyder y Greg Capullo— que, aun siendo diferentes en intenciones y alcance, se complementan a la perfección. Esta etapa de Batman cuenta con un seguidor más.

sábado, 18 de octubre de 2014

Batman 1: El tribunal de los búhos

Leído en octubre de 2014. Sin saber nada de las cosas que pasan en la última etapa de DC, leo este primer número de la reedición trimestral en tomos de la colección regular de Batman y me llevo una sorpresa francamente agradable. El volumen El tribunal de los búhos recopila los dos primeros números de Batman y los dos primeros de Detective Comics del Nuevo Universo DC. Batman, de Scott Snyder y Greg Capullo, ofrece un Batman moderno pero respetuoso con la tradición, en una historia bastante oscura en la que se detectan, al mismo tiempo, deudas con el thriller cinematográfico de los 90 (ese Se7en del que nadie puede escapar) y con los tebeos de Batman de siempre. Me parece un buen comienzo para una serie bastante renovada, cuya lectura apetece continuar.
Por su parte, los dos primeros números de Detective Comics, obra de Tony Salvador Daniel, ofrecen ideas y situaciones incluso más tenebrosas. La trama no es más que una nueva iteración del enfrentamiento eterno entre Batman y el Joker (y otros enemigos, obviamente), que para alguien como yo, poco conocedor de las últimas vicisitudes del personaje, resulta estimulante por su marcado tono de psycho thriller, su violencia explícita y esos finales impactantes de episodio que parecen ser una de las especialidades de Tony Salvador Daniel. Para mí es sin duda un tebeo que hay que seguir.

sábado, 27 de septiembre de 2014

Los 6 viajes de Lone Sloane

Leído en septiembre de 2014. Conseguir, como en este caso, una quasi-novedad a precio de saldo no puede nunca ser motivo de alegría completa, dado que a la satisfacción de conseguir buen material por poco dinero se une la certeza de que determinadas obras y modelos editoriales tienen muy difícil encaje en la coyuntura de mercado actual. Aunque, para complicar las cosas y matizar las certezas, otras propuestas equiparables a este magnífico álbum sí encajan en el mercado y mantienen para siempre la dignidad industrial que merecen. Así que realmente uno no sabe qué pensar de los saldos… En cualquier caso, lo que conseguí por menos dinero de lo que sería normal es este Los 6 viajes de Lone Sloane, todo un clásico de la ciencia ficción humanoide cuya importancia histórica merecía, desde luego, una edición de lujo.
Esta fantasía cósmica de Philippe Druillet, psicodélica y pop como se comenta siempre y en todas partes, pero también ligada en lo plástico a tradiciones más clásicas como el art noveau, luce en todo su esplendor en el gran formato. Muy bonitos son también todos los contenidos adicionales que el volumen ofrece, como el prólogo de René  Goscinny y una carta de agradecimiento de Hergé, textos en que ambos maestros vienen a dejar constancia de la sacudida mental que un material como Los 6 viajes de Lone Sloane debió de causar entre los veteranos de la BD.  

sábado, 16 de agosto de 2014

Tiempo de canicas

Leído en agosto de 2014. Imposible no ver ecos, tenues y sutiles, de Peanuts, Archie y de tantas y tantas historias protagonizadas por niños y jóvenes en estas memorias de infancia de Beto Hernández construidas en torno a la anécdota, al pequeño momento, a la epifanía cotidiana. Prescindiendo de una trama “fuerte” y casi disolviendo la figura del protagonista en una sopa coral de sabores y aromas cambiantes, Beto Hernández propone un relato, muy particular pero de alcance universal, en torno a la infancia, al cambio, al crecimiento, en el que las enseñanzas de la vida y las lecciones de la cultura pop no se diferencian en absoluto. Un libro imprescindible, en el que, además de una de las mejores historias del último Beto Hernández, construida alrededor de un magistral armazón narrativo de geekismo referencial y sentimiento puro, se incluye un estudio de la obra a cargo de Corey K. Creekmur —por cierto, en la edición española no se informa que se trata de un teórico de la literatura y el cine de la Universidad of Iowa— y un índice detallado, preparado por el propio Beto Hernández, de todos los materiales culturales que aparecen citados en la obra.

domingo, 29 de junio de 2014

Creepy 2

Leído en junio de 2014. Este segundo volumen de la reedición integral de la revista Creepy sigue la línea marcada por el primero, que ya se comentó aquí el mes pasado. Continúa, por tanto, el terror clásico y efectista, basado en el efecto sorpresa de Archie Goodwin —un creador no por prolífico menos brillante—, y su espectacular nómina de socios en el apartado visual: los Torres, Severin, Crandall y compañía, todos ellos dibujantes que el tópico ya instalado en la historia de los cómics califica de "probada eficacia”, pero que sin duda cabría calificar de "artistas como la copa de un pino”. Véase, como muestra, la espectacular “El barril de amontillado" de Crandall.
Si el nivel medio del libro es excelente, hay unas cuantas historias que se elevan hasta lo extraordinario. Además de las portadas de Frazetta, alcanzan ese nivel excelso, según mi parecer y como ya ocurría en el primer volumen de la serie o en la también comentada primera entrega de la recopilación de Eerie, los trabajos del trío de titanes que sin duda marcó el máximo nivel de excelencia de esa primera época de las revistas Warren de terror: me refiero, claro, a Gene Colan, Steve Ditko y Alex Toth. En especial, las tres historias de paranoia extrema y puro terror psicológico de Toth son inconmensurables.

domingo, 22 de junio de 2014

Saga - Capítulo Uno

Leído en junio de 2014. Nunca oculto que mis lecturas no están al día. Digan lo que digan, se publica mucho, y los recursos económicos son tan limitados que no hay más remedio que renunciar a leer muchas cosas. Lo siguiente es renunciar a leer las reseñas de lo que se publica. Así que es muy fácil perderse cosas importantes. Y hay que aceptarlo tal como es. Pero hay casos imperdonables: a pesar de la multitud de premios que ha ido cosechado—nada menos que varios Eisner y Harvey, además de un Hugo—, Saga había pasado prácticamente inadvertida para mí, y no sé muy bien por qué. Hasta ahora, cuando ya está en las librerías el tercer volumen de la edición española, no había hecho el gesto de comprar y leer el primer tomo. Qué error.
Saga es una space opera rutilante, sexy y divertida, con más fantasía que ciencia ficción, más humor que solemnidad, y más perversidad que amabilidad, repleta de ideas imprevisibles y alucinantes —qué pena que no tengamos una buena traducción para mind-blowing— y de golpes de genio tanto en el guion como en el dibujo. Saga está entre lo mejor que he podido leer (y ver) de Brian K. Vaughan, y ofrece un brillante dibujo y color de Fiona Staples, que en esta obra se muestra como una artista de trazo magistral en el diseño de criaturas fantásticas. Voy, rápido, a por los otros volúmenes editados.

miércoles, 18 de junio de 2014

Orgullo y satisfacción

Leído en junio de 2014. Hace unas semanas, un grupo de historietistas y escritores renunciaron a seguir trabajando en la revista El Jueves por motivos de conciencia. La razón: la decisión editorial de RBA de retirar una portada —aprobada, ideada y creada por la redacción, y, quizá lo más destacable, ya impresa— sobre la abdicación de Juan Carlos I de España y la proclamación de Felipe VI. Para esos autores, la decisión del propietario lesionaba gravemente la libertad de expresión y la autonomía de la redacción, por lo que se sintieron obligados a dimitir de sus cargos en el consejo de redacción y/o a anunciar que dejaban de colaborar en la revista. En un tiempo récord, este grupo de autores ha creado y publicado (en edición exclusivamente digital de ¡Caramba!) la monografía Orgullo y Satisfacción —dirigida y coordinada por Guillermo, Albert Monteys, Manel Fontdevila, Bernardo Vergara y Manuel Bartual, y con trabajos de todos los autores salientes de El Jueves—. El resultado son 82 páginas de sátira furibunda y crítica inequívoca a la institución de la monarquía española y a la trayectoria personal de todos los relacionados con ella.
Cualquier nota de lectura —no se trata nunca aquí de hacer un análisis en profundidad—de esta monografía pasa necesariamente por tratar dos aspectos. El primero es la agilidad creativa que han demostrado los autores responsables de Orgullo y satisfacción, sin duda nacida del enfado y de la pura necesidad expresiva. El segundo es la calidad final del resultado, que, sobre todo en lo que respecta al dibujo, es sobresaliente. Dicho esto, y aunque hay que destacar que la naturaleza miscelánea del conjunto hace posible que cualquier lector encuentre algo de su agrado, supongo que debo dejar constancia de mis piezas favoritas. Dado que, por una pura cuestión de gusto, soy mucho más afín a los desarrollos narrativos amplios que a los formatos brevísimos como el chiste de una sola viñeta o la tira, he disfrutado especialmente con “Las 4 frases tópicas más escuchadas a los detractores de la República” de Bernardo Vergara, “Estirpe campechana” de Manel Fontdevila, “El Rey, ese Semidiós”, de Luis Bustos, “Botswana, 2012”, de Albert Monteys, y “Froilán Rey” de Paco Alcázar. Esas son mis “historias” favoritas, pero todos los participantes en Orgullo y Satisfacción merecen el máximo crédito como responsables de un conjunto destacable por muchos motivos.

viernes, 6 de junio de 2014

Ragemoor

Leído en junio de 2014. De las bondades y la vigencia de Richard Corben ya escribí hace pocos días, a propósito de la lectura de La casa en el confín de la Tierra. Como dejé escrito entonces, toca seguir pasando revista al Corben terrorífico de los años 2000. Y toca seguir con Ragemoor, una obra hecha en colaboración con su viejo compinche Jan Strnad, con quien ya realizó clásicos del cómic de los últimos setenta y primeros ochenta como Las mil y una noches, Mundo mutante o Jeremy Brood.
Ragemoor es una historia de terror gótico y horror cósmico sobre maldiciones familiares, castillos que albergan horrores insondables y abominaciones sin fin. Está claro de donde proviene el material que abastece la pesadilla del dúo, y, de hecho, todo lo que he leído sobre la obra tiende a liquidarla como un mero pastiche de Poe y Lovecraft. Creo, sin embargo, que, como como suele ocurrir con las citadas creaciones del dúo Strnad-Corben, Ragemoor se extiende más allá de sus referencias obvias. Es evidente que la obra gravita alrededor del argumento seminal de La caída de la Casa Usher y de horrores venidos de un universo lovecraftiano, pero tanto la historia y los diálogos de Strnad como el dibujo de Corben llevan Ragemoor a un nivel incluso superior de abyección, a un horror alucinado mucho más demente en el que pueden adivinarse (y disfrutarse) sombras de humor negro clásico y delirios de filiación surrealista. Seguro que, junto a las obras completas de Poe y Lovecraft, en la mesita de noche de Strnad y Corben hay ejemplares de la Antología del humor negro de André Breton y de alguna que otra obra de Topor.

miércoles, 4 de junio de 2014

Constantine 1 & 2

Leído (volumen 2) y releído (volumen 1) en junio de 2014. Parece que no es posible comentar este Constantine sin hacer referencia a Hellblazer, la colección de Vértigo que, a lo largo de más de dos décadas, encantó a multitud de lectores de cómic aficionados al terror y a la fantasía oscura. Y es lógico que así sea, dado que el protagonista no es otro que el hechicero y exorcista embaucador, amoral y cínico, de poses y maneras heredadas del estereotipo del detective clásico, que protagonizó el título nacido en el seno de DC Comics y desarrollado en el sello Vertigo. Por tanto, a nadie puede extrañarle que los lectores comparen. Sin embargo, y aún entendiendo ese derecho, creo que los lectores de hoy día deberían tener ya claro que no conviene encariñarse en exceso con la continuidad de personajes creados por grandes corporaciones del entretenimiento, dado que la lógica de la explotación de esas propiedades intelectuales no siempre está en sintonía con las necesidades afectivas de los fans.
En pleno apogeo del personaje de John Constantine como protagonista de un cómic de espíritu británico en el que, desde un enfoque de puro género de terror (aunque, a veces con, humor) se levantaba una convincente cosmogonía basada en el cinismo y la ausencia de esperanza —y de paso se comentaban asuntos políticos y sociales—, alguien decidió desarrollar aquella película de Francis Lawrence protagonizada por Keanu Reeves, que no es que fuera precisamente en la misma línea. Y ahora, cuando los responsables de la política editorial de DC Comics consideran que el personaje en su encarnación clásica ha dado todo lo que podía ofrecer, alguien decide desarrollar este nuevo Constantine, un completo reinicio que integra la cabecera en el nuevo universo DC y que, en consecuencia, establece una nueva vida, una nueva personalidad, y, en definitiva, una nueva continuidad para el personaje. Nada que decir a eso. De lo que sí podemos opinar es de la serie en sí, que, de forma coherente con esa nueva orientación, se inscribe en el género superheroico y en la moderna urban fantasy.
La primera entrega de la edición de ECC Ediciones contiene los cuatro números iniciales de la serie. Los tres primeros forman el arco La chispa y la llama, escrito por Ray Fawkes y Jeff Lemire y dibujado por Renato Guedes, en el que se presenta al nuevo Constantine neoyorquino y se le enfrenta a los poderosos hechiceros de la Secta de la Llama Fría por el control de un dispositivo mágico. Lo mejor del arco lo constituyen algunas ideas de guion, como la escena en el avión del primer episodio o el Londres convertido en hiperactiva trampa mortal del tercero, y el dibujo de Guedes, tan “europeo” para la ocasión que llega a ser reminiscente de Bilal en algunas páginas (lo cual está muy bien, claro). El primer volumen se cierra con el episodio suelto Todos mis amigos, dibujado por Fabiano Neves, una historia “cotidiana” que viene a decir que la rutina de Constantine incluye negociar con durísimos brujos vudú, esquivar amenazas de muerte y ser testigo de alguna que otra escena gore —un evidente regalo de DC al grupo de aficionados de la serie con gusto por el terror un poco más salvaje—. Si de la primera entrega se puede decir que genera interés por seguir leyendo la serie, de la segunda no se puede decir lo mismo. En primer lugar, porque se nos escamotea el número 5 de la serie original (que ECC publicó en su número 6 de Liga de la Justicia de América) y eso es algo que a muchos lectores de una serie nos ofende. En segundo lugar, porque las historias sueltas de estos tres números tienen buenos momentos y crean un clima, pero en su conjunto no cuentan nada que no se haya contado ya en el primer tomo. El volumen se cierra con un episodio (el número 8 de la edición original) de espectacular planificación, diseño y dibujo de Aco, pero este remate excelente, por muy de agradecer que sea, no acaba de mejorar el resultado en general decepcionante del segundo volumen.

lunes, 2 de junio de 2014

Riesgo Suicida 1

Leído en junio de 2014. Las colecciones de superhéroes —o personajes equiparables—, creadas o distribuidas por compañías diferentes a Marvel o DC corren el riesgo de pasar inadvertidas para un público general, pero en bastantes ocasiones proporcionan sorpresas agradables. Al fin y al cabo ese es el ecosistema en el que han nacido cabeceras convertidas ya en clásicos del cómic americano como Nexus, Hellboy, Spawn o las series de America's Best Comics escritas por Alan Moore. Vamos, que todo esto es para decir que conviene estar atento a lo que pasa en las llamadas independientes.
Una de esas independientes, BOOM! Studios, publica —a nuestro mercado lo trae Aleta Ediciones— este Riesgo Suicida, una serie escrita por Mike Carey y dibujada por Elena Casagrande, que, por lo que puede verse en este primer volumen recopilatorio, combina un enfoque de procedimental policial clásico con un tratamiento de los superhéroes algo más sofisticado y maduro que el que puede leerse en la mayoría de colecciones del género —supongo que no es necesario, pero por si acaso aclararé que un “tratamiento más maduro” no tiene por qué ser sinónimo de “mayor calidad”, ni siquiera de “más interesante”—.
No creo que por el momento vaya a dejar de pensar que el Carey que pasará a la lista de los profesionales que han hecho cosas relevantes en el medio es el Carey autor de fantasía, y en especial el creador de The Unwritten —a mi juicio una de las cumbres de la narrativa de metaficción fantástica de esta década—, pero veo este Riesgo Suicida como una lectura que no palidece en comparación a otros trabajos del autor en el género superheroico y que proporciona buenos momentos de épica, emoción y entretenimiento. Con un dibujo expresivo, sin recarga, elegante de Elena Casagrande, acertado tanto en la construcción narrativa como en el modelado de personajes inquietantes, la historia de Riesgo Suicida se desarrolla en una estructura clásica de revelaciones que se acumulan y conducen a un giro argumental de gran impacto. Ese twist —que se produce en el cuarto episodio del volumen— proyecta definitivamente la historia hacia la épica total y lleva inexorablemente al cliffhanger de manual del final del tomo, que, por supuesto, deja con ganas de leer más. Mientras, se van desplegando las pertinentes y ya canónicas reflexiones sobre la naturaleza del poder y la venganza, y sobre el propio género de los superhéroes.

sábado, 31 de mayo de 2014

Eerie Volumen 1

Leído a finales de mayo de 2014. Cuando anoté en este diario mis impresiones sobre el primer volumen de Los archivos de Creepy, comenté que iba a seguir consignando las lecturas de todos los tomos de esa colección, y también las de la recopilación de Eerie. Así que allá vamos. El primer aspecto destacable es que no hay ninguna diferencia conceptual o de enfoque editorial entre Eerie y su cabecera hermana Creepy. Eerie no era más, ni menos, que la segunda antología de historias de terror del editor James Warren.
Este primer volumen de Eerie comienza algo titubeante en sus páginas iniciales —que son las que corresponden, lógicamente, al primer número de la revista—, páginas que presentan una calidad algo cuestionable, pero apenas avanzamos en la lectura, y ya desde el segundo número, los trabajos de creadores del calibre de Steve Ditko, Alex Toth  y Gene Colan sitúan la calidad media del libro en un nivel estratosférico. Aunque cualquiera de las historias dibujadas por los tres autores mencionados es memorable, hay al menos una de cada uno de ellos que pocos dudarían en calificar de obras maestras. Son “Visión del mal”, de Alex Toth (Eerie 2, 1966), “El asesino del hacha”, de Gene Colan (Eerie 4, 1966), y “Magia negra”, de Steve Ditko (Eerie 5, 1966), todas ellas con guion de Archie Goodwin. También están escritas por Goodwin las dos magníficas historias dibujadas por Angelo Torres —“¡El alma del terror!” (Eerie 3, 1966) y “¡El dios del pantano!” (Eerie 5, 1966)— que completarían el quinteto imbatible de este primer e imprescindible volumen de Eerie.

sábado, 24 de mayo de 2014

La casa en el confín de la Tierra

Leído en mayo de 2014. Los motivos por los que decidimos las relecturas se escapan a toda lógica. Hace unos días, un amigo mencionó en Twitter que esta edición, única disponible en el mercado español, de La casa en el confín de la Tierra era muy difícil de encontrar a un precio razonable —la razón, evidentemente, se encuentra en la evolución histórica de los derechos de edición en español de DC Comics—. El comentario me llevó a echar un vistazo a la biblioteca y a  buscar y releer este tomito que tiene ya más de diez años.
Es imposible amar cualquiera de las formas de lo fantástico y no haber pasado por una etapa de absoluta devoción por la obra de Richard Corben —aunque creo que lo normal sería vivir en un estado permanente de devoción por la obra de Corben—. En el caso concreto de los lectores de mi generación, Corben nos dio tanto, nos acompañó tan íntimamente en el crecimiento como aficionados a la fantasía y el terror, que alguno podría estar tentado de ver su obra como algo del pasado, algo que vivimos en ese momento de formación lectora y que, una vez se ha sofisticado nuestro gusto, solo podemos disfrutar desde la nostalgia. Pues no es así, amigos. Corben no dejará nunca de ser un referente,  y no solo porque siempre vaya a haber nuevos públicos para su enfoque del terror, sino también porque, en su absoluto rigor y su constante exploración estética, resulta un creador radicalmente actual.
Esta adaptación de La casa en el confín de la Tierra muestra a un artista que no ha perdido la pulsión por buscar la excelencia. En todo el bloque central de la historia, en el que se desarrolla el relato del diario de Byron Gault, Corben concibe y esculpe la naturaleza pesadillesca del soliloquio enloquecido del narrador, dando forma a lo horrible, lo húmedo, lo reptante, a la carne blasmefa... Imaginando —es decir, convirtiendo en imágenes— ese escenario de frontera entre vigilia y sueño, entre cordura e insania, en el que se desarrolla la obra maestra de lo inconcebible de William Hope Hodgson.
En el prólogo y el epílogo, que plantean notables variaciones respecto a la novela de Hodgson, Corben y Revelstroke se permiten ciertos comentarios de índole social y política que enmarcan la historia en un terror rural algo más contemporáneo, con ese principio, canónico en el contexto del género —que en la visión de Corben recuerda al inicio de Un hombre lobo americano en Londres (la película de John Landis)— y un epílogo que mezcla esa situación clásica de terror rural con una explosión final de horror de alcance cósmico. Esta edición de La casa en el confín de la Tierra, que cuenta con un prólogo en el que Alan Moore reivindica la fantasía oscura, es imprescindible para aficionados al terror en cualquiera de sus expresiones artísticas.

Aviso a los lectores: el virus ya ha hecho su efecto... Se me antoja totalmente necesario estudiar a fondo la producción de terror de Corben de los años 2000 y se aproximan notas de lectura de Ragemoor y La Guarida del Horror.

miércoles, 21 de mayo de 2014

100% Marvel FF 1

Leído en mayo de 2014. En lo que es una práctica más habitual de lo que me gustaría, y que seguirá siendo la norma, leo el primer tomo de la colección cuando ya se ha publicado el segundo, es decir, tan tarde que ya se ha comentado todo lo que se tenía que comentar sobre este FF y sobre el lugar que ocupó en el escenario Marvel Now —si alguien quiere consultar alguna reseña escrita en el momento de aparición de la obra recomiendo la de Gerardo Vilches en Entrecomics—.
Aunque está conectado con Fantastic Four —pero solo en el nivel más superficial, el de la excusa argumental— hay que entender FF como un título de interés per se, un tanto alejado del contexto general de Marvel, con el que comparte pocas cosas más allá de algunos personajes y escenarios. Si se lee así, lo que uno encuentra es un relato desenfadado de Matt Fraction, que abunda en diálogos muy agudos y situaciones que resultan jocosas sin marginar los apuntes dramáticos tan necesarios en el género. Un relato que tiene, en suma, una virtud evidente: siempre deja con ganas de leer más, lo cual, a pesar de ser la única condición de verdad indispensable en el contexto de la narración folletinesca de los tebeos de superhéroes, no es tan común como sería deseable.
Sobre el trabajo de Mike Allred —indisoluble, por supuesto, del color de Laura Allred— qué decir a estas alturas... Su estilo pop artretro y algo campy, aunque ya no es esa ruptura radical en el marco de Marvel que sí representaron los X-Force y  X-Statix que realizó en tándem con Peter Milligan —y eso es así porque Allred tiene ahora en Marvel compañeros de viaje en el riesgo visual—, no da muestras de agotamiento y sigue siendo la materialización perfecta de cierta idea de vanguardia en el tebeo de superhéroes. Algunos grandes momentos de este volumen —como el excelente comienzo del número 1, con esa narración en paralelo del reclutamiento del equipo y de las entrevistas a los chicos de la Fundación Futuro, la pelea con el Hombre Topo del número 2, la persecución por las escaleras del número 3, el baile del número 4— hacen de FF una lectura destinada a perdurar en la memoria de muchos aficionados a un cómic de superhéroes diferente. Yo, por lo pronto, espero leer ya el segundo volumen de FF y esos primeros números de Silver Surfer que Allred ha realizado en 2014.

lunes, 19 de mayo de 2014

23 Fotogramas por segundo

Leído en mayo de 2014. Bonito y divertido tebeo recopilatorio de las páginas que el autor realizó en 2012 para "El50" Diario del Festival Internacional de cine de Gijón, presentadas aquí en una de esas estupendas ediciones a las que nos ha acostumbrado ¡Caramba! 
Las páginas de la edición original se han convertido en dobles páginas apaisadas que, leyendo el tebeo en horizontal, forman unidades de composición de 4x6 viñetas. La primera de las viñetas se reserva para el título de la página/chiste y las restantes constituyen los 23 fotogramas a los que hace referencia el título del tebeo. Esta estructura invariable crea un patrón de lectura muy particular —y bastante estimulante— que funciona en un doble nivel: cada viñeta es en sí misma un chiste —basado en una idea verbal muy sencilla y en un dibujo siempre expresivo y gracioso—, y, a su vez, los chistes de cada una de las viñetas van acumulando sentidos para que el conjunto de la página funcione también como chiste. Dado que este espacio no alberga más que mis notas de lectura, me parece necesario anotar que mis páginas preferidas son "23 frases cinematográficas que anuncian sufrimiento y muerte" y "Oficios pocos conocidos en el mundo del cine", pero si algo tiene este tebeo es que cualquier lector encontrará una página con la que identificarse, reflexionar y, por supuesto, reír.
Para comprobar si 23 fotogramas por segundo vale o no la pena basta hacer un cálculo muy sencillo: 23 chistes por 11 dobles páginas son 253 (más los extras que se deslizan durante el rollo de créditos finales). No me parece una cantidad escasa de chistes para un solo tebeo.

domingo, 18 de mayo de 2014

El Sistema D13



Leído en mayo de 2014. En contraportada y portadilla de El Sistema D13 aparece el tagline “Un tebeo de roleros para roleros”. No es en absoluto publicidad engañosa. El punto fuerte de este cómic es un humor muy ligado a la vivencia y a la referencia, un humor basado en el gag construido sobre esas situaciones que se generan en el umbral del “circulo mágico” del que hablan los teóricos del juego —adaptando la idea del pionero J. Huizinga—. Dice la teoría que todo sistema de juego construye una especie de “circulo” que delimita y separa el universo del juego y el mundo real. Esa línea teórica vendría a decir algo así como “lo que pasa en el mundo del juego se queda en el mundo del juego”.
¿Seguro que es así?, os preguntareis. Pues no, no es así. Joan Tretze sabe, como todo el que ha jugado y, más aún, todo el que ha pensado un poco en lo que significa jugar, que el círculo mágico se rompe constantemente. Y ¿qué pasa cuando se rompe? Pues lo que pasa es toda esa comedia de la vida que tan bien refleja El Sistema D13 y tan certeramente plasma el estilo caricaturesco del autor.
Pero no todo es risa sin más: muy agudas me parecen las reflexiones del propio autor sobre en qué consiste dirigir una partida de rol, o sobre qué es el metajuego —“el metajuego es como el colesterol: hay del bueno y del malo”—. E igualmente afiladas son el puñado de "confesiones" autobiográficas de Joan Tretze que hay en la obra. Y es tanta la autobiografía, que si en la contraportada y la portadilla de este estupendo tebeo pusiera “Una novela gráfica de roleros para roleros” también nos lo creeríamos.

viernes, 16 de mayo de 2014

Batman: La maldición que cayó sobre Gotham

Leído en mayo de 2014. Muy poco después de Fatale, leo otro cómic que reformula y reubica conceptos del Horror Cósmico lovecraftiano. En este caso se trata de una historia que traza un triángulo cuyos vértices son el personaje de Batman, el universo inspirado en las obras de Lovecraft y la línea Elseworlds de DC Comics (la colección dedicada a explorar las posibilidades de ubicar a los personajes clásicos de DC en lugares y tiempos que no les corresponden por “lógica” y tradición).
Sin ser una obra destinada a dejar una huella imborrable —de hecho el cómic tiene ya unos años y a la Historia no ha pasado— Batman: La maldición que cayó sobre Gotham es una lectura excitante y divertida para aficionados a los experimentos con superhéroes y con narrativa pulp, cuyos autores realizan un trabajo competente. Hay un Mike Mignola en su salsa —creo que no le queda nada por demostrar sobre su capacidad para navegar de forma muy hábil por mundos de fantasía oscura— y un Troy Dixie que, aunque desde luego no es el tipo de dibujante que deslumbra a los fans, se emplea a fondo en desarrollar una plástica del todo coherente en una historia “de Mignola”, y ofrece muy buenos momentos de narración en los sobrecogedores escenarios antárticos, en los ambientes de finales de la década de los veinte y en las escenas en las que aparecen engendros abominables. Que son muchas. Sobre todo al final, cuando la historia se convierte en el Caos Reptante que tanto nos gusta a los amantes de la weird fiction.

miércoles, 14 de mayo de 2014

The Long Tomorrow

Leído en mayo de 2014. Dejadme plantear dos ideas:  1) Que existan buenas ediciones de clásicos disponibles en el mercado es un indicador de salud del sector editorial casi tan fiable como la aparición regular de novedades de todos los géneros y para públicos diversos. 2) Que la obra de uno de los más grandes creadores de la historia del cómic mundial aparezca de la forma más digna posible es algo que siempre hay que celebrar y apoyar.
Por eso no dudo en ir adquiriendo, al ritmo que permite la coyuntura, cosas como esta Colección Moebius Métal Hurlant de Norma Editorial, la serie de álbumes que compila la obra del maestro. Mi última (re)lectura es el primer tomo de esta colección: The Long Tomorrow, cuya pieza más importante es, obviamente, la legendaria historia del mismo título escrita por Dan O’Bannon y dibujada por Moebius en la época en que ambos trabajaban en la pre-producción del Dune de Alejandro Jodorowsky. Completan el álbum otros seis relatos de ciencia ficción creados para Métal Hurlant (excepto “Barbarroja y el cerebro pirata”, creado para Pilote) y, lo que me parece más relevante, una introducción del autor detallando el origen de cada uno de las relatos.
Las historias del libro ilustran facetas muy destacables de Moebius: “The Long Tomorrow” es lo que cualquiera entendería por “un clásico”, por su origen mítico, por marcar a fuego el modo en que los jóvenes aficionados y profesionales verían el cómic en la segunda mitad de los 70 y principios de los 80, y por su influencia en casi toda la ciencia ficción posterior; “Rock City” es una muestra del inmenso talento de Moebius para narrar sin palabras; “El Universo es muy pequeño”, “Barbarroja y el cerebro pirata” y “Descenso a Centauri” son piezas de ciencia ficción surrealista y pop, destilaciones perfectas del espíritu humanoïde; “Variación nº 4027 sobre ‘el’ tema” muestra al Moebius más hippy...
No me extenderé más en lo esenciales que son esas creaciones de Moebius para trazar cualquier genealogía de la historieta mundial. Además, es muy probable que todos los aficionados al cómic que admiran la obra de Moebius tengan ya estas historias (seguramente en la edición de Eurocómic o en la estupenda versión de Ediciones B). En cualquier caso,  y aunque esto no es exactamente un espacio de recomendaciones, no está de más avisar a todos aquellos que no las tengan que este The Long Tomorrow es una compilación fundamental de trabajos fundamentales de un artista fundamental. Y perdón por la reiteración un tanto torpe, pero las cosas fundamentales hay que dejarlas claras.

domingo, 11 de mayo de 2014

Fatale 1: La muerte me persigue

Leído en mayo de 2014. Está a punto de aparecer el segundo tomo de la edición española de Fatale, que publica Panini y que compraré y leeré en cuanto salga, por lo que estos días me ha parecido muy oportuno releer la primera entrega. Lo he hecho, además, un poco motivado por el entusiasmo con el que la crítica televisiva y la blogosfera han acogido True Dectective, la serie de HBO creada por Nic Pizzolato, cuyo éxito se debe en buena parte al hecho de que un clásico relato policial se ve aderezado con materiales, sensaciones y ambientes propios del terror sobrenatural lovecraftiano. No voy a entrar a interpretar el por qué la crítica de televisión encuentra ahora tan interesante algo que en su día habría sido despachado rápidamente con el calificativo de pastiche, pero sí que me interesa sacar a colación que Ed Brubaker y Sean Phillips plantean en Fatale una operación similar a la de Pizzolato en la primera temporada de True Detective. Solo que un par de años antes.
Igual que ocurre (presuntamente) en la serie de televisión, la trama criminal detonante del relato en Fatale empequeñece ante la entrada en juego de terribles poderes que emergen de mucho más allá de lo terrenal. Y también como en la serie, el relato del cómic se desarrolla en diferentes líneas temporales, digamos que el pasado se manifiesta en el futuro. (Nota: dicho todo esto sin saber cómo evolucionarán las siguientes temporadas de True Detective).
En cualquier caso, el resultado es bastante diferente (aunque lo que quiero decir en realidad es que el resultado en Fatale es, a mi juicio, bastante mejor). Brubaker y Phillips —cada uno de ellos responsable de un trabajo excelente en Fatale— no adornan o aromatizan el relato noir con abalorios o esencias sobrenaturales, sino que desarrollan un artefacto narrativo de puro horror cósmico y reptante en un ambiente noir. Es, de hecho, una fusión perfecta de ambos géneros, que tiene al menos dos hallazgos notabilísimos: el modo en que los horrores arcanos van impregnando la narración de forma progresiva hasta manifestarse en toda su abominación y —acaso sea ese el elemento más destacable desde un punto de vista creativo— la reformulación de la mujer fatal del noir en una criatura preternatural de la estirpe de las vampiras, lamias o brujas… En definitiva, la reformulación de la mujer fatal en una cosa muy seria.
Yo, desde luego, estoy completamente rendido a los pies de esta femme fatale.

viernes, 9 de mayo de 2014

Marvel Héroes. El Poderoso Thor de Walter Simonson, Volumen 1

Leído entre abril y mayo de 2014. Existe práctica unanimidad entre la comunidad de lectores, aficionados y especialistas en el mundo Marvel en considerar la etapa de Walter Simonson como una de las mejores, si no la mejor, de la vida editorial de Thor. No soy un experto en la totalidad de las vicisitudes del personaje, pero no pienso poner ese consenso en duda, puesto que el conjunto de historias que se reúnen en este tomo de la colección Marvel Héroes de Panini, primero de los dos dedicados al Thor de Walter Simonson, es exactamente el tipo de material que yo usaría como ejemplo de excelencia en el uso del lenguaje del cómic en el contexto de la cultura popular masiva. Por resumir en seis palabras: una obra maestra del cómic mainstream.
De las virtudes de Simonson como dibujante y guionista no tiene demasiado sentido escribir aquí, porque están suficientemente consignadas en los papeles y diseminadas por todo Internet. Sobre la edición tampoco vale la pena extenderse mucho: se trata de un producto editorial magnífico desde cualquier punto de vista, como todos los de la colección Marvel Héroes. Hay que destacar, eso sí, un detalle técnico y artístico nada menor: el completo recoloreado (remasterización, lo llaman) por parte de Steve Oliff. Este aspecto hace que la edición haya podido perder (un poco de) rigor histórico, pero creo que eso se compensa con lo (mucho) que ha ganado en posibilidades de disfrute y "enganche" para el lector actual.
Los grandes tebeos que se recogen en este volumen tienen todo lo que se puede esperar de El Poderoso Thor: épica, seres quasi divinos, personajes extraordinarios como Bill Rayos Beta, Malekith, Lorelei, y Balder… y sobre todo, un montón de escenas en todas esas maravillosas localizaciones tan propias del Universo Marvel: desde dimensiones extrañas a las que se accede cruzando indómitos portales o lugares fabulosos como los páramos y desiertos de Asgard, hasta las callejuelas, avenidas y apartamentos de Nueva York. En estos últimos espacios Simonson muestra su lado más risueño y socarrón, así como sus grandes dotes para el suspense: pienso, por ejemplo, en el prodigioso número 345 (enero de 1984), en el que se suceden frenéticamente escenarios y puntos de vista en un relato enrevesado y gozoso.

(Paréntesis final: Quizá sea el momento de aclarar que las entradas de este blog no pretenden ser crítica de cómic, sino notas de lectura impresionistas y, por qué no decirlo, improvisadas).

miércoles, 7 de mayo de 2014

Creepy 1

Leído en mayo de 2014. Cuando compré este Archivos de Creepy - Volumen 1 no fue con la intención de incorporarlo a mi biblioteca, sino buscando un regalo para un amigo. Luego miré con un poco de atención el material y la edición de Planeta DeAgostini, y cambié de idea y decidí quedármelo. Tengo y me sé de memoria los Creepy de Toutain, pero esta edición es, según veo yo las cosas, imprescindible.
En este primer libro de Los archivos de Creepy el lector encuentra un puñado de las clásicas historias de terror de los primeros números de la revista editada por James Warren. Narraciones muy breves y espeluznantes claramente inspiradas en los relatos canónicos de los tebeos de E.C. Comics, escritas de un modo muy funcional, basadas casi de forma exclusiva en el recurso narrativo del giro de guion radical y del desenlace inesperado, y dibujadas en maravilloso blanco y negro por maestros como Joe Orlando, Al Williamson, Reed Crandall, Angelo Torres… todos ellos magníficos dibujantes muy dotados para la composición, la planificación y las escenas en claroscuro características del género de terror. Aunque el nivel de dibujo de todo el libro es excelente (en el marco de un clasicismo que quizá aleje a lectores más aferrados a lo actual), creo que dos historias destacan en este volumen: ¡El hombre lobo! (Creepy 1, 1964), una exhibición de talento de un Frank Frazzeta que en esos momentos dejaba el cómic para dedicarse en exclusiva a la cosa pictórica, y Una empresa muy fúnebre (Creepy 5, 1965), con un prodigio de dibujo de Alex Toth.
Sin prisa pero sin pausa, pienso hacerme con todos esos Archivos de Creepy (y, ya puestos, con los de Eerie).
Por cierto, sigo buscando un regalo para ese amigo.

martes, 6 de mayo de 2014

Ric Hochet Integral 1

Leído a finales de abril de 2014. Una buena dosis de acción, aventura y misterio en unas historias cuya lectura ha supuesto, de entrada, un retorno a días felices de la infancia. La aproximación lúdica a los mecanismos del enigma y la deducción de Firmado: Camaleón me ha proporcionado la misma emoción que experimenté hace muchos, muchos años, cuando leí y releí el álbum Ric Barry en Firmado: Camaleón de Jaimes Libros-Vidorama, que tuve y perdí en algún trayecto vital. Pero en este nuevo encuentro con Ric Hochet la cosa ha ido mucho más allá del puro placer nostálgico. El relato funcional y amable de Duchâteau, vibrante, de ritmo pleno y generoso, y el portento de composición y montaje que es el trabajo de Tibet me han resultado deliciosos. ¿Cómo no vibrar con la pelea subacuática de Misterio en Porquerolles o con las escenas aéreas de Desafío a Ricochet?