martes, 9 de diciembre de 2014

Locke & Key: Corona de sombras

Leído en diciembre de 2014. Los dos primeros volúmenes de Locke & Key son tan sorprendentes, sus tramas tan brutalmente imaginativas, que parecería inevitable que en este tercero el lector se encontrara con algo más comedido, quizá más domesticado, más “razonable”. Pero eso, claro, no ocurre, porque si algo ha demostrado Locke & Key desde el comienzo es que construye un fantástico sin límites, en el que —como dice el tópico, aunque en este caso es literal— todo puede pasar, lo que en el caso de Corona de sombras no tarda en confirmarse a medida que avanza la lectura. En lo formal, Joe Hill y Gabriel Rodríguez continúan explotando su característico ritmo narrativo, consistente en alternar largas secuencias orientadas a lo dramático e introspectivo, muy basadas en el diálogo y en la reiteración del plano, con largos desarrollos explosivos de acción frenética y emocionante. En cuanto a la historia, el dúo de creadores sigue explorando las grandes tramas que ya conocíamos de los volúmenes anteriores: la vasta intriga en torno a esas llaves mágicas virtualmente todopoderosas, capaces de demoler los cimientos mismos de la realidad, y la historia en desarrollo espiral de la difícil reconstrucción de una familia golpeada por la tragedia, apenas capaz de sobrevivir día a día. Todos los episodios de esta Corona de sombras son ejemplos exquisitos de un cómic de altísimo nivel, pero quizá pueden destacarse tres capítulos que se acercan a lo sublime: “En la cueva”, porque Hill y Rodríguez son capaces de mostrar su gran pericia narrativa en un solo escenario y una sola situación dramática; “Juego de sombras”, porque ilustra la ambición de lo que los autores proponen con esta serie en el terreno de lo fantástico; y “La luz del día” porque demuestra que, además de destreza narrativa y maestría técnica, Locke & Key atesora, sobre todo, conceptos destinados a permanecer para siempre en la memoria de los amantes del fantástico.

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