domingo, 19 de abril de 2015

17. Vivir, revivir, sobrevivir

Leído en abril de 2015. El género de la autobiografía no es muy abundante en cómic pero tampoco es del todo infrecuente. De hecho, es uno de los territorios en los que el tebeo alternativo y la llamada novela gráfica se mueven con comodidad desde que Harvey Pekar y Will Eisner sentaran las bases de las posibilidades del relato autobiográfico en viñetas. La inclusión de la enfermedad como tema en el cómic es bastante menos habitual, aunque ha dado ejemplos de obras excepcionales como las siempre citadas en relación al tema Píldoras azules de Frederik Peeters o La ascensión del gran mal de David B., que narran cómo las vidas de sus autores se ven afectadas por la enfermedad de seres queridos. Combinar autobiografía y enfermedad, es decir, relatar cómo un percance grave de salud marca la propia vida, es aun menos común. Y eso, precisamente, es lo que hace Àlex Santaló en este 17. Vivir, revivir, sobrevivir. El autor parte de dos acontecimientos determinantes en su vida, la detección de un primer tumor a los 17 años y de un segundo 17 años después, y narra una historia que trasciende el relato de un suceso infortunado para convertirse en una celebración de la vida. No faltan en el libro, evidentemente, escenas de dolor explícito, tratamientos traumáticos e incapacitantes y momentos de desánimo, pero la imagen del autor que queda en el lector es la de un joven valiente y decidido a afrontar los reveses de la vida con la mejor disposición posible. En este sentido, el libro de Santaló es una obra de vitalismo honesto, que no busca la emoción fácil ni la enseñanza “ortopédica”. En ningún momento se desprenden de la lectura mensajes como “el cáncer me enseñó cosas” o “el cáncer me hizo mejor persona”, sino simple y llanamente un “el cáncer pasó por mi vida y esto es lo que me trajo”. Es, en definitiva, una obra digna y leal con la condición humana.
Aunque este es un registro de mis lecturas y no una página de crítica y recomendaciones, quizá deba dejar claro en este punto que Àlex Santaló y yo somos amigos. Puede que eso influya en mi apreciación de la obra, pero mi relativa cercanía a él también me permite adquirir cierta distancia con el tema de la obra. Así lo hice cuando me invitó a presentar su libro y tuve la oportunidad de avisar a los presentes al acto de algo de lo que también debo avisar al eventual lector de este blog: no conviene dejarse deslumbrar por la fuerza del tema, porque eso nos puede llevar a pasar por alto las muchas otras virtudes que tiene 17. Vivir, revivir, sobrevivir. Con una estructura narrativa desarrollada en dos niveles temporales —2011, cuando aparece el segundo tumor, y 1994, cuando el cáncer golpea por primera vez— y en dos niveles de cotidianeidad —la “real” y la imaginaria—, con un brillante uso de la relación blanco y negro/color —vinculado, aunque con matices, a esos dos niveles de realidad mencionados— y con una infinidad de referencias a la cultura del cómic, el cine, la música y el juego —que adquieren en la obra el estatuto de auténtica “fuerza vital”—, este álbum de Àlex Santaló es, además de un relato cautivador y emocionante, un cómic muy apreciable por su uso del lenguaje y la técnica del medio. Una obra que va a estar, sin duda, en muchas listas de lo mejor del año.

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