miércoles, 13 de mayo de 2015

Batman/Edgar Allan Poe: Nunca más

Leído en mayo de 2015. Antes de que emergieran los guionistas estrella de la segunda mitad y de finales de los ochenta existió una clase media de escritores que hicieron avanzar al cómic de género entregando historias funcionales y orientadas por completo a la diversión de los chavales, pero serias, bien construidas y casi siempre respetuosas con la inteligencia de esos mismos a los que entretenían. Fueron los Roy Thomas, Steve Englehart, Bruce Jones, Doung Moench o Len Wein —entre otros—, autores que ocupan puestos de honor en la memoria de muchos conocedores del cómic, pero que a veces parece que han sido relegados a un papel secundario en la historia del medio.
El último de los citados, Len Wein, merece, a mi juicio, el máximo reconocimiento. Co-creador de La Cosa del Pantano (Swamp Thing) junto a Bernie Wrightson, fue también responsable de la co-creación, con Dave Cockrum, de personajes muy conocidos por los aficionados a los superhéroes —Rondador Nocturno, Tormenta, Coloso—, en la época en que los guiones de Wein fueron el eslabón que unió la primera encarnación de La Patrulla-X y la que después, y de la mano de Chris Claremont, se convertiría en el grupo de personajes más importantes de Marvel. La veteranía es, la mayoría de las veces, un grado, y emprender la lectura de cualquier cosa escrita por Len Wein suele ser garantía de disfrutar de un cómic escrito con oficio. Por su parte, el dibujante Guy Davis —conocido por muchos lectores por su trabajo en Sandman Mistery Theater, Hellboy y AIDP— es un fijo en asuntos de misterio e historia alternativa desde que revelara su talento en Baker Street (publicada por Caliber Comics).
Wein y Davis realizaron en 2003 Batman/Edgar Allan Poe: Nunca más —cuyo título original en su publicación original en cinco comic books fue simplemente Batman: Nevemore—, que ahora publica ECC Ediciones en un solo volumen y en la que ambos autores muestran mucho más que oficio. De naturaleza doblemente juguetona —por un lado es un producto de la línea Elseworld, uno de esos títulos que plantean historias de personajes del universo DC en espacios y tiempos completamente ajenos a su continuidad tradicional; por otro, es un ejercicio de historia alternativa que incluye a Edgar Alan Poe como personaje—, Batman/Edgar Allan Poe: Nunca más es un excelente cómic por varios motivos y gracias a ambos autores. A Wein le debemos el magnífico planteamiento —Batman y Poe investigan juntos una serie de crímenes— y una espléndida integración tanto de Poe como personaje en un universo ficticio como de los argumentos y motivos de los cuentos clásicos del poeta de Baltimore en el devenir de la historia.
Respetando la voz de un narrador que es inequívocamente Poe, diversos momentos, personajes y aromas directamente sacados de Los crímenes de la calle Morgue, El pozo y el péndulo, La caída de la Casa Usher o La máscara de la muerte roja se congregan alegre y eficazmente en una historia clásica (y a la vez perversa) de detectives, a la que otorga un delicioso aire de época el dibujo de Guy Davis, que como siempre combina su visión pulp con las influencias de la gran pintura europea de cosmovisión grotesca y macabra y de los grandes maestros de la bande dessinée “culta” (imposible no pensar en François Schuiten). El volumen incluye las ilustraciones realizadas por Bernie Wrightson para las portadas de las cinco entregas originales. Para ese anotador de Los papeles del Club Zorglub, que siempre ha sido amante de la obra de Poe, del cómic macabro y, no lo vamos a negar ahora, de Batman, se trata de un cómic imprescindible.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Creepy 4

Leído entre abril y mayo de 2015. Llegado este punto, la lectura en orden cronológico de los Archivos de Creepy requiere disciplina y templanza de ánimo. Después de tres volúmenes que recogían el notable —por distintas razones— recorrido de Creepy entre los números 1 y 15, llega la cuarta entrega del integral de la revista Warren, que recopila del 16 a 20, los primeros números realmente "conflictivos" de Creepy.
¿Por qué conflictivos? Pues porque en octubre de 1967 (tras el número 17) Archie Goodwin dimitió como editor por las razones que todos podemos suponer: problemas económicos de la empresa. La mayoría de los dibujantes que habían colaborado hasta ese momento acompañaron a Goodwin en su marcha, dejando a la editorial sin historias y sin profesionales a quien pedirlas. Desde ese momento, y en una situación que se prolongaría hasta el número 32 (abril de 1970), James Warren se vio obligado a recurrir a reimpresiones de material ya publicado. Los números 18 y 19 de Creepy aparecieron con cinco historias cada uno, entre ellas alguna reimpresión —“El rastro de Frankenstein” en el 18 y “Trabajo de monstruos” y “El cristal con que se mire” en el 19, publicadas previamente en Eerie— y el 20 apareció con solo dos historias nuevas y tres reeditadas que provenían de números anteriores de la propia Creepy. La decadencia de la revista era evidente.
En el volumen 4 de los Archivos, Dark Horse decidió no incluir las reimpresiones de la propia Creepy, pero sí las que provenían de Eerie, a pesar de que ya habían aparecido en el primer volumen de la edición integral de esta cabecera. Al margen de las ediciones editoriales de Dark Horse, podemos decir que la imagen de decadencia de esa época de Creepy se traslada inequívocamente a este volumen 4, que se ve lastrado tanto por esas reimpresiones que aparecen o no, como por la perceptible mengua de la calidad de las historias. En las páginas del libro se hace evidente la ausencia de Archie Goodwin y se intuye la precipitación en la entrega de creadores de la talla de Neal Adams o Steve Ditko, que presentan trabajos resultones pero de nivel un poco menor del habitual. Aún así, el hecho de que se incluyan esa historias dibujadas por Adams y Ditko, los trabajos de un primerizo Jeff Jones (“Ángel de la perdición”), de los veteranos Joe Orlando (“La mano de la momia”) y Johnny Craig (“Tercer acto”), de Tom Sutton (“Figura de cera”) y Rocco Mastroserio, hace que este libro merezca un lugar tan honorable en mi biblioteca como los anteriores volúmenes de esta edición integral —y como tal con sus altibajos— de Creepy.

domingo, 3 de mayo de 2015

Darth Vader 1 / Star Wars 2

Leído en mayo de 2015. El segundo número de Star Wars de Aaron y Cassaday sigue la historia en el punto en que quedó en el primero. Lo que leemos, por tanto, es la estricta continuación de la refriega del trío protagonista con las fuerzas del Imperio. El número contiene apenas tres o cuatro escenas —todas ellas largas y desarrolladas con brillantez narrativa por Cassaday— que incluyen un par de momentos de acción sumamente gozosos. Una lectura agradable por lo que cuenta y, sobre todo, por lo bien que lo cuenta.
Si en Star Wars Aaron y Cassaday nos explican las peripecias desde el punto de vista de los héroes de la Alianza Rebelde, en Darth Vader Kieron Gillen y Salvador Larroca, dos autores hot en la Marvel reciente por sus trabajos en Thor o Iron Man, nos cuentan la historia desde el punto de vista del Imperio, con el enorme personaje que es Darth Vader como protagonista total.
El planteamiento es, desde luego, muy interesante, pero a mi juicio la serie no alcanza en este primer número el mismo nivel que su colección hermana. Aunque la presencia de un icono como Darth Vader asegura placeres para muchos tipos de lectores, lo que Gillen y Larroca ofrecen a lo largo de este primer número son, fundamentalmente, conversaciones del más famoso de los Lores Sith con otros personajes, conversaciones siempre basadas en la amenaza, en la intimidación; basadas, en suma, en la “política”. Teniendo en cuenta que la máscara de Darth Vader —a pesar de ser, como se ha dicho, muy “icónica”— no es especialmente expresiva, se echa de menos que el planteamiento dramático vaya un poco más allá de mostrar una serie de escenas de diálogo un tanto estáticas. Sin duda así será, pues el final de este primer número de Darth Vader presenta ya a unos personajes muy esperados, y anuncia una trama, ya conocida por los espectadores y lectores de la saga, que promete emoción.