miércoles, 6 de mayo de 2015

Creepy 4

Leído entre abril y mayo de 2015. Llegado este punto, la lectura en orden cronológico de los Archivos de Creepy requiere disciplina y templanza de ánimo. Después de tres volúmenes que recogían el notable —por distintas razones— recorrido de Creepy entre los números 1 y 15, llega la cuarta entrega del integral de la revista Warren, que recopila del 16 a 20, los primeros números realmente "conflictivos" de Creepy.
¿Por qué conflictivos? Pues porque en octubre de 1967 (tras el número 17) Archie Goodwin dimitió como editor por las razones que todos podemos suponer: problemas económicos de la empresa. La mayoría de los dibujantes que habían colaborado hasta ese momento acompañaron a Goodwin en su marcha, dejando a la editorial sin historias y sin profesionales a quien pedirlas. Desde ese momento, y en una situación que se prolongaría hasta el número 32 (abril de 1970), James Warren se vio obligado a recurrir a reimpresiones de material ya publicado. Los números 18 y 19 de Creepy aparecieron con cinco historias cada uno, entre ellas alguna reimpresión —“El rastro de Frankenstein” en el 18 y “Trabajo de monstruos” y “El cristal con que se mire” en el 19, publicadas previamente en Eerie— y el 20 apareció con solo dos historias nuevas y tres reeditadas que provenían de números anteriores de la propia Creepy. La decadencia de la revista era evidente.
En el volumen 4 de los Archivos, Dark Horse decidió no incluir las reimpresiones de la propia Creepy, pero sí las que provenían de Eerie, a pesar de que ya habían aparecido en el primer volumen de la edición integral de esta cabecera. Al margen de las ediciones editoriales de Dark Horse, podemos decir que la imagen de decadencia de esa época de Creepy se traslada inequívocamente a este volumen 4, que se ve lastrado tanto por esas reimpresiones que aparecen o no, como por la perceptible mengua de la calidad de las historias. En las páginas del libro se hace evidente la ausencia de Archie Goodwin y se intuye la precipitación en la entrega de creadores de la talla de Neal Adams o Steve Ditko, que presentan trabajos resultones pero de nivel un poco menor del habitual. Aún así, el hecho de que se incluyan esa historias dibujadas por Adams y Ditko, los trabajos de un primerizo Jeff Jones (“Ángel de la perdición”), de los veteranos Joe Orlando (“La mano de la momia”) y Johnny Craig (“Tercer acto”), de Tom Sutton (“Figura de cera”) y Rocco Mastroserio, hace que este libro merezca un lugar tan honorable en mi biblioteca como los anteriores volúmenes de esta edición integral —y como tal con sus altibajos— de Creepy.

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