martes, 29 de diciembre de 2015

Alena

Leído en diciembre de 2015. Cómic de terror con vocación novelística à la Stephen King —de hecho, los ecos de Carrie resuenan con fuerza— que propone un viaje sin retorno por la psique torturada de la joven Alena, un viaje con parada en todas las estaciones programadas y desenlace según lo previsto. Fantasmas, amores prohibidos, venganzas, sangre, mutilación y gore se suceden en unas páginas rebosantes de tensión, en las que destaca un dibujo funcional con sabor a terror mainstream y una narración fluida, de elocuente planificación cinematográfica —de hecho, existe adaptación fílmica, que pudo verse en Sitges 2015—. El ambiente opresivo de un colegio pijo en el que la protagonista sufre el acoso inmisericorde de sus crueles compañeros, un secreto insoportable, mucha tensión sexual y unos pocos pero contundentes estallidos de violencia salvaje son los ingredientes de un cómic de terror con acento en lo psicológico, que se aleja tanto de lo que el sello Sapristi nos ha ofrecido hasta ahora como de las propuestas de género que nos llegan en catálogos de otros editores.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Fatale 5: Maldice al demonio

Leído en diciembre de 2015. Quinto y último volumen de la serie que me ha acompañado durante algo más de año y medio, que es tanto como decir que me ha acompañado desde que existen estos papeles del Club Zorglub —de hecho, la nota del primer volumen fue una de que inauguraron este espacio—. Recomiendo al lector curioso que navegue por el archivo en busca de mis entusiastas notas sobre los cuatro primeros tomos: comprobará que el primero y el segundo eran muy parecidos en términos de estructura narrativa, que el tercero consistía en digresiones que enriquecían la historia y que el cuarto recuperaba la gran estructura del relato, que no era otra que la construcción de líneas temporales paralelas en los que los hechos del pasado afectan a los del presente siempre de manera coherente con los lógicas del noir y del horror.
En este quinto volumen las líneas temporales convergen y, salvo breves y ocasionales flashbacks que complementan la biografía de ciertos personajes, toda la acción se produce en el «presente» de la ficción. Nicholas Lash encuentra por fin a Josephine —o ella lo encuentra a él; o simplemente se encuentran— y todo llega a su fin. Literalmente. Todo.
Los grandes momentos del volumen vienen dados por el entusiasmo con que Brubaker se entrega a lo Oscuro: vemos en este desenlace de la historia mucho menos noir y mucho más acercamiento al puro Horror Cósmico, al que se venera con una intensidad no vista en las anteriores entregas de la serie. La historia se cierra atendiendo a una lógica causal, pero también obedeciendo a un desplazamiento de género. Y lo hace de forma plenamente satisfactoria. Si fuera necesario poner un pero a este quinto tomo, podríamos decir que el trayecto narrativo de la serie pedía un final algo menos atropellado, pero en cualquier caso esa sería una pega menor. En conjunto, la quinta entrega de la serie está a la altura del viaje alucinado (y alucinante) que Brubaker y Phillips nos han propuesto por los barrios más mugrientos y marginales del noir y del horror sobrenatural.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Cruzando el bosque

Leído en noviembre de 2015. No soy un gran especialista en el terror escrito por mujeres (de hecho, ni siquiera soy un lector disciplinado en el tema), pero he disfrutado en bastantes ocasiones perdiéndome en los bosques y laberintos de palabras escritas por Shirley Jackson, Angela Carter, Caitlín R. Kiernan o Lisa Tuttle. Y sé (insisto, sin ser un gran conocedor), que hay algo en la mirada femenina al horror y a la fantasía oscura que me es absolutamente grato. Con este Cruzando el bosque, exquisito compendio de historias de terror con ecos de folclore centroeuropeo y aromas de novela gótica y horror grotesco, declaro a Emily Carroll representante del medio (del medio cómic, claro) en el club de grandes damas de lo macabro y lo siniestro liderado por las anteriormente citadas. De hecho, leer a Emily Carroll me ha evocado directamente momentos vividos en las páginas de la gran maestra Angela Carter. Huérfanos desvalidos, esposas barbazulescas arrojadas a peripecias escalofriantes, licántropos, monstruos abominables y reptantes… recorren las planchas de Cruzando el bosque en historias que aúnan de forma armónica la brillantez de Carroll como escritora de frase corta y activadora de los mecanismos del miedo y su dominio de todos los constituyentes del lenguaje de la historieta —un dibujo exquisito, más emparentado con el diseño y la ilustración que con cualquier idea ortodoxa de cómic de terror, un trabajo en la composición de página nunca evidente y rutinario, un brillante uso de la letra como signo expresivo—.
En “La casa del vecino” el lector siente el aislamiento, el frío, los horrores que acechan a los niños en las casas aisladas del bosque. “La Dama de las manos frías” es un canónico relato gótico en el que el uso expresivo de la tipografía alcanza el cénit en una canción que no es que de miedo “oír”, sino que aterra “ver”. Otros momentos memorables del libro son el uso del diseño como vehículo del discurso narrativo en el final de “Y la cara toda roja”, la expresión de los rostros en el aterrador cuento de fantasmas “Mi amiga Janna”, o los twist de guión que hacen inolvidable la que acaso sea la historia más convencional en diseño y puesta en página: “El nido”. El conjunto se cierra con “En resumen”, un epílogo de once páginas que ya es en sí mismo una obra maestra del cómic de horror.
Cruzando el bosque es un libro imprescindible para entusiastas del miedo, a los que mostrará que, agazapado en las sombras, existe un cómic diferente esperando su oportunidad para producir escalofríos perdurables. No sería correcto terminar esta anotación en Los papeles… sin destacar que la magnífica producción editorial del sello Sapristi está en perfecta sintonía con el valor de la obra.