domingo, 30 de octubre de 2016

El Dios Rata

Leído en octubre de 2016. Como ya se ha apuntado aquí, cada nueva edición en nuestro país de una obra de Richard Corben es motivo de celebración. Por pequeña que sea la obra. Y cuando la obra es grande, casi gigante, como este El Dios Rata, el motivo de alegría es doble. Maravilloso pastiche lovecraftiano con aromas de weird western, El Dios Rata invoca mitología india, naturaleza salvaje americana, cultos impíos y monstruos indescriptibles en una historia que, por clásica, incluso típica, que sea en su planteamiento, sorprende al lector con delirantes giros y aproximaciones inesperadas al Horror Cósmico y a los terrores ancestrales. El Corben de siempre, dibujante prodigioso y narrador extraordinario en la puesta en viñetas y en el montaje de página, entrega una obra magnífica, clásico instantáneo, en la que podemos comprobar el espléndido estado de forma artística de uno de los grandes genios del cómic de todos los tiempos.

jueves, 29 de septiembre de 2016

Monstruosidades

Leído en septiembre de 2016. Como, supongo, a la inmensa mayoría de aficionados al terror en viñetas, cualquier novedad editorial de Berni (o Bernie) Wrightson me parece una excelente noticia. Y más si es, como en este caso, en una edición cuidada, a gran tamaño y con calidad técnica. Disfrutar del dibujo y la narración de quien durante los setenta y ochenta fue considerado de forma unánime como el gran maestro de lo macabro es un placer reconfortante, un regresar a territorios emocionales anhelados. Monstruosidades recopila en formato edición especial tres historias escritas por Steve Niles y serializadas originalmente en comic book entre 2008 y 2010, publicadas más tarde en sus correspondientes tomos recopilatorios y finalmente en esta edición treasury. Se trata de historias macabras y grotescas, que mezclan códigos de género —el terror sobrenatural, la ciencia ficción, el relato de detectives— buscando la sorpresa y el impacto elemental y visceral.
La primera de ellas, "Dijo que estaba muerto", comienza, en una premisa realmente inquietante, combinando un misterio propio del hard boiled con la mejor tradición del relato macabro, y pronto deriva en un festival weird que marcará el tono de todo el volumen. La segunda historia, "El espectro", ya está situada de lleno desde el comienzo en lo pulp —casi parece una prima lejana de Hellboy—; mientras que la tercera se adentra con decisión en la sátira y el humor negrísimo. Al compartir personajes —los protagonistas de una aparecen como secundarios en las otras—, las tres historias crean una suerte de universo fantástico del que apetece saber más, sobre todo porque el tono que van creando los relatos —del horror inconcebible del inicio del primero a la socarronería sin complejos del final del segundo— deja entrever que en ese universo puede pasar literalmente cualquier cosa. En conjunto, la obra no pasará a la historia del cómic de horror, y el Wrightson de finales de la primera década del siglo XXI no es el que fue en los setenta y ochenta del siglo XX, pero, como decía, leer algo así es como volver a casa.

domingo, 17 de abril de 2016

Hotel California

Leído en abril de 2016. Lo bueno que tiene que Los papeles del Club Zorglub sea un diario de lecturas y no un espacio de crítica o un blog de reseñas fijado a la actualidad es que no necesito ocultar que no había leído nada de la obra publicada en nuestro país de Nine Antico. Lo menciono para destacar el hecho de que emprendí la lectura de este Hotel California sin conocer a la autora más que por breves y muy superficiales comentarios leídos aquí y allá. Además, empecé a leer el libro sin consultar solapas, contraportada o notas accesorias, sino abriéndolo y directo a la primera página, algo que suele proporcionar más de una sorpresa. En este caso, la (grata) sorpresa fue encontrarme frente a un relato que, con el pretexto de levantar acta del nacimiento del fenómeno de las groupies, nos habla, en múltiples capas, de la génesis de la mitología rock y de la aparición, en un punto muy concreto de la historia del siglo XX, de la mujer moderna (o al menos de cierto tipo de mujer moderna). Con diálogos afilados y certeros y una sugerente puesta en página a partir de viñetas panorámicas que ocasionalmente incluyen momentos de montaje en el interior del encuadre, y dejando que las letras de la canciones irrumpan y se apoderen del espacio de la narración, Hotel California es, en efecto, puro rock. Al leerlo uno “escucha” las canciones y siente la euforia y las “cosquillas” que debían de sentir las groupies protagonistas. Siente también como la peripecia misma de los personajes y el propio ritmo del relato se contaminan de música —hay todo un mundo de distancia narrativa y estética entre el primer capítulo, marcado por la melodía del “He’s a Rebel” de Phil Spector, y el último, que se lee al ritmo del “The End” de The Doors—. Completan el relato numerosas referencias a la historia del rock y del pop, con apariciones de estrellas de la música popular como Elvis, The Beatles, The Rolling Stones, Love o The Doors y de personajes de leyenda para connaiseurs, como Bobby Beausoleil, el músico y actor californiano que cambió una prometedora carrera artística por una infame trayectoria criminal como parte de la “familia” de Charles Manson.

martes, 22 de marzo de 2016

Creepy 5

Leído en marzo de 2016. A propósito de la lectura del cuarto volumen ya se comentó aquí que llegadas estas latitudes de la lectura en orden cronológico de los Archivos de Creepy la cosa requiere disciplina y templanza de ánimo. En el quinto volumen la sensación de desasosiego es incluso mayor. Se siguen notando los efectos de la dimisión (tras el número 17) de Archie Goodwin como editor. La imagen de decadencia de la revista es dolorosamente evidente, dada la poca calidad general (en especial en los argumentos) de las historias que se recogen en el volumen. La ausencia del toque Goodwin es letal para el conjunto y solo resultan mínimamente memorables las ya conocidas, clásicas, entregas de Gene Colan (“La marea de las brujas”) y Steve Ditko (“Magia negra”, Color Rubí”), un par de historias con dibujo de Dan Adkins (“El que acecha”) y Jerry Grandenetti (“Encasillado”) y un par de trabajos del tándem Tom Sutton y Bill Parente, que si bien tienen argumentos y diálogos francamente discutibles, cuentan con el brillante dibujo de Sutton. Un volumen muy irregular desde el punto de vista artístico y creativo que, aun así, ofrece una razón para ser atesorado: su valor como documento histórico.

domingo, 17 de enero de 2016

Grandes autores de Vertigo: Richard Corben

Leído en enero de 2016. Alguien que lea habitualmente Los papeles del Club Zorglub (si lo hubiera) verá que uno de los nombres que se ha repetido es el de Richard Corben. Ya desde la primera entrada dedicada a una de sus obras —La casa en el confín de la Tierra, mayo de 2014—, se dejó constancia de que en este espacio se tiene verdadera devoción por el genio de Kansas. De hecho, se dijo literalmente que “es imposible amar cualquiera de las formas de lo fantástico y no haber pasado por una etapa de absoluta devoción por la obra de Richard Corben —aunque creo que lo normal sería vivir en un estado permanente de devoción por la obra de Corben—”. Y así sigue quien firma estas líneas, amando a Corben. Por eso un libro como Grandes autores de Vertigo: Richard Corben me parece todo un acontecimiento. Si editoriales como Norma, Panini o Planeta han ido editando con cierta regularidad sus obras unitarias o series, las historias cortas o entregas puntuales en Vertigo Comics parecían condenadas a quedar inéditas hasta que ECC ha publicado este recopilatorio y nos ha brindado la oportunidad de conocer una faceta del maestro menos divulgada en nuestro país. El volumen permite disfrutar de Corben en tres episodios francamente interesantes de Swamp Thing, algunos relatos de tono cercano al primer underground del autor y varias historias cortas de terror que no llegan a alcanzar el nivel de lo que Corben entregó en su época de máximo esplendor creativo, aunque hay dos que se acercan: “La jauría de Titus Roan”, un relato guionizado por Bill Willingham que cuenta con la fuerza de los clásicos, y “Comidas de la chica lobo” un cuento de horror tremendista escrito por Bruce Jones que traslada al lector a la época en que Jones y Corben hacían historia en el comic de ciencia ficción y terror.